martes, 31 de octubre de 2017

Bajo mi piel



¿Qué es lo que una persona tiene bajo la piel? Como escribo la reseña de un libro de poesía y la poesía es una de las cosas más bonitas con la que nos podemos encontrar en nuestra vida, voy a decirlo de manera poética: bajo la piel tenemos avenidas rojas de sangre. Eso lo tenemos todos, pero hay favorecidos, tocados por una varita mágica, que bajo su piel laten muchas cosas más, y una de esas personas extraordinarias es Silvia Monterrubio.

En Bajo la piel de Silvia Monterrubio hierve una vorágine de sentimientos en ebullición y una pasión desmedida que no le cabe dentro y necesita salir al exterior por cada uno de sus poros en torbellino.

Silvia Monterrubio es una mujer a la que hay que tener la fortuna de llegar a conocer en alguna etapa de la vida porque es una persona que todo lo que toca lo convierte en arte tejida con un entusiasmo y vitalidad que no puede dejar indiferente a nadie. Yo casi me atrevería a decir que en una vida anterior debió de existir en el Renacimiento. Ha practicado danza, pinta como los ángeles, escribe teatro con unas comedias vivaces que te mantienen, cuando tienes el privilegio de asistir a ellas como espectador, desde la primera escena hasta cuando cae el telón con una sonrisa en los labios, cuando no una carcajada que surge explosiva por las situaciones en las que te sumerge, escribe relatos en prosa de una sensualidad subyugante y ahora nos sorprende con este primer poemario que es Bajo mi piel.

Una poeta habita en un verso raso en el cual se eleva por el aire al que se encadena. Presagia la palpitación y el sentir más hondo. Anuda con cada palabra con lo que piensa.
Bajo mi piel está compuesto por sesenta poesías que se desarrollan a lo largo de cinco capítulos: el olvido, el recuerdo, la soledad, la libertad y la pasión. Un olvido de algo que se extinguió después de ser pasión, pero que nunca se arrincona porque quedan siempre los recuerdos para poder llenar la soledad a la que nos aboca el fin de la relación vivida hasta poder tocar con las manos la ansiada libertad que con el tiempo volverá a desembocar de nuevo en la pasión, como un bucle mágico que sirve para cerrar el círculo o los círculos del tiempo que jalonan toda una vida.

¿Qué es Bajo mi piel? Por supuesto, y en principio, es primordialmente un libro que nos habla del amor. Pero, la poesía es definida como una expresión literaria en donde se pone de manifiesto lo hermoso y sublime a través de las palabras. La poesía es la expresión del sentimiento.

Bajo mi piel es el amor sin medida ni final, es el amor sin saciarse del amado para no comenzar a dejar de amarlo, y es un ejercicio de escritura necesario para Silvia Monterrubio para rehacerse naciendo a diario. Es un amor que mora en la noche en donde habita el infierno, un amado infierno:

Amado infierno.

Noche cerrada habitada de espectros
no me tengáis piedad
cuando sin él,
mi cuerpo entierre en el deseo.
No me tengáis piedad
cuando en su lecho,
mi carne no tenga rostro
y descienda a los infiernos.
No sintáis compasión
cuando el dolor de mi locura
materialice en nuestros cuerpos.
No me abracéis, brujas de cupido,
Intentando rescatarme de mi sueño,
he decidido vivir
encadenada a sus besos.
Porque ninguna de vosotras sabéis,
hermosos espíritus del alba
lo que duele vivir sin su veneno.


Para Silvia Monterrubio el amor es vivir encadenada a los besos del amado, lo que duele vivir sin su veneno… El amor queda plasmado en el papel como el pincel se abraza al lienzo, y en cada hoja cada palabra es como la luciérnaga que vela en busca de su pareja iluminando la oscuridad de la noche, o como el élitro de un pez tornasolado que se desplaza libre y reposa sobre la laguna del verso.

Queda confirmado desde el principio que este amor no es un amor idealizado como el de la poesía pastoril, ni un amor platónico, ni un amor inocente. Es un amor físico, es un amor desmedido, no es un amor espiritual, sino un amor que se da con el alma y el cuerpo, absolutamente somático y pasional que recorre cada verso del libro.

Y es un amor deseado porque lo anhelado es un estado febril que comienza a quemar dentro del cuerpo y el alma como una hoguera que se apodera y se apropia de todos los pensamientos y de todas las acciones que realizamos, en todos los exteriores de nuestros interiores:

En el exterior de mis interiores.

Será porque nada es un todo
cuando enredo mis labios
en los tuyos,
porque aprendo el amor
desde el amor errado,
ese amor que escribe
cada día sus versos
en cada centímetro de mi piel
desnuda,
dolorida por marcarte a fuego lento.
Te entiendo así,
te vivo en la necesidad
de ser en ti,
de soñarte realidad en mí,
fracasando en ese sentimiento
que escapa en cada marcha
porque solo quiero
existir en tu regreso.
De qué serviría parar el tiempo,
congelar nuestros momentos,
si mi deseo es descubrirte
cada vez que regresas
como si nunca
hubieses existido,
mientras te sueño,
mientras te pienso
te rechaces en mi
eternamente fugaz,
y me amas dentro
en esa explosión que conforma
el final de un todo,
o el principio de la nada.
Te deseo lamiendo
el interior de mis heridas,
como única posibilidad
de no anidar
en mis cicatrices…
y convertirte en ese dolor errante
que me enmascara
el amor verdadero.
Ese rastro doloroso,
que desangra el amor
cuando se ama
desde la libertad
más absoluta del otro.
No te quiero en el deseo
de amortiguar mis caídas,
quiero seguir cayendo
y en tu amor,
recuperar el aliento
que me empuje a seguir.
No te busco en mi consuelo
porque deseo llorarme
lo que me plazca
y después,
tenerte en mis silencios.
No busques interpretar,
cuando es todo tu amor
lo que me ofreces
y en él consigo
ahogarme hasta la muerte.
Ni sientas que abandono
si me marcho.
He de ser precisa
en el tiempo de destierro
que abrazo,
pues si permanezco
-amor-
retenida,
será probablemente
la forma inevitable de perdernos.
En tu sombra
Déjate vencer sobre mi pecho
aun cuando la espada de tus besos
te proclame vencedor en la batalla,
permitiéndome que incumpla
las reglas de este juego,
y que esa lluvia que no cesa
sea de nuevo la excusa
del por qué mis ojos
mojan de nuevo tu espalda.
Róbame una noche más
para que pueda arrancarte del hastío
de unos besos dormidos en la penumbra,
de un amor que se sigue desangrando
después de un sueño roto,
de una pasión llena de preguntas,
vacía de respuestas.
Deja que ese alma vendida
encuentre su lugar en este infierno
que se abre en mi entrepierna,
será lo más parecido a la eternidad.
Quiero que el credo de mi carne
sea la única fe que te haga alcanzar
el cielo de mi boca,
y que el pecado se convierta
en el pan nuestro de cada día.
Que las horas de pasión
que cada noche dibuja sobre la almohada
ese pliegue insomne de mi cerebro,
deje de ser testigo y pase a ser cómplice
de cómo despedazamos los restos de amor
que no nos pertenecen.
Quiero abrazarte en el dolor de la distancia,
especular mientras cabalgo dentro de ti
sobre ese futuro que no nos corresponde,
sobre ese mañana que no nos pertenece,
sobre esa mancha que enturbia
pero no ciega,
sobre esas pisadas que dejas en mi piel
cada vez que te marchas,
sobre ese rastro que adivino en tus besos,
sobre esas caricias que se llevan a jirones
mi piel entre tus uñas,
porque hoy es ese ayer que nunca llegó
o que llegó tarde,
porque mis ojos se secan
en una fuente de lágrimas,
cuando mis labios se quedan
desprendidos de mi boca,
porque mis manos encuentran
en el aire tu forma,
porque mi vida comienza
cuando tu vida se asoma.


 ¡Qué bello escribe Silvia Monterrubio! El lenguaje baila y su oculta rima se empapa así en el sentimiento que cruza por las cuartillas de papel, embalsamadas de amor, de brasa candente, de arrebatada pasión, en cada paso.  Esa hoguera que es la persona amada que la queremos tener dentro de nosotros lamiendo el interior de nuestras heridas, como única posibilidad de vivir con nuestras cicatrices y que le convierta en un dolor errante que nos enmascare el amor verdadero.

Un amor que cuando surge es eterno e incombustible, un amor que sabes que sólo él puede calmar el incendio que te devora las entrañas con el incendio de la persona amada, con el crepitar del otro cuerpo, pero que al mismo tiempo te arrebata más y más.

Pero el amor, el sentimiento más bello, más hermoso, más placentero, más radiante y más espléndido del que se puede gozar, es un tirano. Un amor que, como decía Góngora, ciego que apuntas y atinas. Un amor que puede llegar a privar de la libertad. Por eso, Silvia Monterrubio, enamorada de la libertad, suya y del otro, se rebela cuando escribe en su poema Alejándote para volver a ti:

Quiero sentir cómo la primavera eclosiona en mi pecho
con la misma intensidad que hace estallar la flor en los cerezos.
No quiero mi corazón lleno de ti cuando llegue,
quiero recibirla libre, que inunde mi espacio,
poder respirar el aroma que desprende el amor
cuando lo moja la lluvia del deseo.
No quiero que llegue y me sorprenda encerrada en ti,
en ese amor que me ata sin tenerte,
presa en una realidad imaginada
entre el límite de lo banal y lo importante.
No me gusta improvisar frente a tus ojos,
no quiero perderte en mí
para después encontrarte en el camino de vuelta,
quiero que te alejes mientras dura el amor
y su llama prende todavía,
para que la próxima primavera que pronto estalla
me pille con el corazón tan deshojado
que pueda hacerlo brotar de nuevo,
llenándolo con pétalos de rojo pasión
cuando volvamos a encontrarnos.
Porque quiero seguir sintiéndote
como aquel primer instante
en que tus ojos anidaron en mis pestañas,
aquel preciso momento
en el que tus manos se tatuaron
en el mapa de mi cuerpo para siempre.
Porque hubo primaveras de pasión en este invierno
quiero que te alejes para poder descubrirte nuevamente.

La libertad de, como dice en otro de los poemas, en la que vuelve a sentir en su interior el
vértigo de las manos del amado marchándose de su piel desnuda. La libertad del amor sentido, no en palacios de oro y cristal, sino vivida dentro de sí misma para que los dos amantes se sientan tan ligeros que puedan volar sin alas.

Silvia Monterrubio nos esclarece en este sobrecogedor, conmovedor y turbador
poemario que es Bajo mi piel que la poesía no es sentarse frente a cualquier hoja en blanco y vestirla con letras encadenadas, sino que la poesía se escribe con la tinta del alma, sobre el papel que envuelve los sueños. Pero, la poeta da un paso más al frente y nos confiesa que no hay poesía sin una fuente de inspiración que surge de su pluma gracias al amor. Un amor que ella encuentra en la luz de los ojos de la persona amada que le iluminan su vida cuando todo es oscuridad, en la caricia de la boca adorada que estremece su mundo cuando es atrapada entre sus labios. Y así va vertiendo sus versos con esa tinta del alma, vistiendo un amor físico y sensual, pleno de lirismo ardiente y enardecido. Es una poeta que ha hallado una voz con la que poder comunicarse con sus lectores, con la garantía de conmover porque, en la lectura de su obra, el ánimo del lector queda perturbado, la razón inquieta, la forma de asomarse a la vida alterada en una sacudida que desasosiega, agita, impresiona, impacta y estremece. Y ahí radica el verdadero fin que persigue toda la poesía que merece ser leída.

Silvia Monterrubio es esa persona que cuando la conoces te das cuenta de que has tenido que vivir toda una vida para sentirte un privilegiado por la fortuna de haber podido conseguir que se cruce en tu camino y sabes que siempre ya querrás tenerla cerca porque, como su poesía expresa, cuando se aleja deja voces que se escuchan en el silencio de la noche y proporciona sus sentimientos de agua mansa desesperada que mana de cada uno de sus poemas, un agua torrencial que, tranquila, se convierte en poesía como bálsamo que calma el ansia codiciada y el afán más anhelado.

Bajo mi piel es un libro intenso, pleno de vehemencia sin medida, penetrante, apasionado, sensual, sexual, erótico y limpio. Un libro que ha sido escrito, como he dicho, con la tinta del alma. Es un libro tan bello que no dejaría de poner sin parar todas las poesías que lo componen, pero debéis ser vosotros los que tenéis que leerlas, como se lee la buena poesía, en soledad y dejando que cada una de sus palabras os inunde el corazón.

Melodía alada, inundada en la cavidad del corazón y alejada. Palabra deslizada que de los sueños voló. Habita la poeta y sobre el verso raso se abalanza como una golondrina que sobre el papel florece.

Sería capaz…

Quisiera acariciar ese instante
en que tus labios y mis labios
se encuentran siempre por primera vez.
Desearía poder palpar ese denso deseo
que me embriaga cada vez que te pienso.
Querría respirarme todo el aliento
que llevan tus “te quiero”.
Aprendería a reducirme a nada
cuando por ti llego al todo.
Conseguiría amarte desde el silencio
mientras mis ojos gritan tu nombre.
Masturbaría mi corazón a las puertas del Cielo
en presencia de ese Dios que me vendió su alma.
Liberaría la necedad con que los hombres aman
para poder recorrerte entero y amarte sin armas.

©Juan Pedro Martín Escolar-Noriega

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